La creación había terminado, y los dioses y los humanos vivían en paz en el universo, ejecutando cada quien las tareas que se les había encomendado. Todo era utópico y todos estaban alegres, todos menos Quetzalcóatl, quien observaba melancólico a los humanos, quienes más que creación divina, eran tratados como mascotas.
-¿Te sucede algo divino hermano?- pregunto Huitzilopochtli a la serpiente emplumada, sacándolo de sus cavilaciones.
-Observo a la humanidad, están contentos con lo que les hemos dado, pero viven en la obscuridad, sin conocimientos, despojados por completo del espíritu creativo que los hará acercarse cada vez más a la divinidad.- respondió Quetzalcóatl a su poderoso hermano.
-¿Y que es lo que piensas hacer?, ¿acaso piensas darles el conocimiento que es privilegio único de los dioses?, creo que si eso es lo que piensas, mis otros hermanos no estarán de acuerdo con tu decisión.- dijo Huitzilopochtli refiriéndose a Tezcatlipoca y Xipe totec, los otros dos dioses creadores.
-Tú lo has dicho mi querido hermano- replico Quetzalcóatl -bajare al Tlaltipac y les enseñare a los humanos una mejor forma de vida, donde el arte forme parte primordial de esta, y si para eso tengo que renunciar a mi divinidad, lo hare gustoso sabiendo que nuestra creación está a solo un paso de la perfección.- y al terminar de decir esto, le dio la espalda a su hermano y se dirigió, como lo había dicho, a comenzar una nueva era en el Tlaltipac.
Despojado de su divinidad, Quetzalcóatl supo por vez primera las penalidades que sufren los seres humanos, sintió el acoso del frio y el hambre hostigo sus carnes, pero también pudo deleitarse con la belleza femenina, que aunque el la había creado, no poseía la perspectiva humana para poder discernir como un hombre.
Cansado de las inclemencias del camino, el dios se sentó a descansar a la sombra de un viejo árbol y debido a la falta de costumbre al cansancio, se quedó profundamente dormido y comenzó a soñar.
Soñó que a su lado pasaba una fila interminable de hormigas mientras él las observaba asombrado por su tezon en el trabajo, pero aún más porque cada hormiga llevaba un grano del mejor maíz que se hubiera visto jamás en el Anáhuac, así que decidió reducir su tamaño y seguirlas para saber de dónde obtenían tan preciosas semillas, una vez hecho esto, trabajo con ahínco a la par de las hormigas para juntar un montón de considerable tamaño. Cuando el dios despertó, a su lado estaba el montón de maíz que había reunido, lo envolvió en su Tilmantli y hecho a andar con rumbo a la ciudad en ese entonces más grande en todo el Tlaltipac: Tollan.
En el justo momento en el que el gemelo precioso arribaba a Tollan, se estaba celebrando un sacrificio en honor de su hermano Tezcatlipoca, enfurecido ante esta actitud que él consideraba barbárica, subió a la cima del Teocalli y detuvo la ejecución.
-¡Alto!- grito enardecido,-los sacrificios humanos no los sacaran de esta barbarie, al contrario, los sumirán aún más en la oscuridad y los alejaran de la divinidad para la que fueron creados. Por eso yo, Quetzalcóatl, dejo establecido que los sacrificios humanos no serán más mientras yo esté en Tollan.- y dicho esto, libero a la joven cuyo corazón iba a ser arrancado de su pecho para beneplácito del espejo negro.
-¿Como es que te atreves a desafiar la voluntad de los dioses?, ¿acaso te sientes igual a las divinidades que moran en el Teteocan?.- grito furioso el sacerdote que realizaría el sacrificio mientras el cielo se tornaba gris con nubes de tormenta como jamás se habían visto en aquel lugar, rayos y truenos caían anunciando la ira del dios de la noche. - ¿puedes verlo?, ¡has provocado la ira de Tezcatlipoca y esta ciudad será arrasada para colmar su sed de sangre.- añadió asustado el sacerdote.
-Tengan calma moradores de Tollan, que mientras esta ciudad esté bajo mi tutela, no caerá ante nada ni nadie, y florecerá como ninguna ciudad en todo el Tlaltipac lo haya hecho- replico el dios rubio, y dicho esto, alzo las manos al cielo y con su ademan, los vientos comenzaron a soplar furiosos y despejaron las nubes de la tormenta para beneplácito de los toltecas.
Rebosantes de júbilo, los hombre quisieron rendirle culto y adorarle como al dios que era, algunos quisieron construirle palacios y otros querían tejerle los más finos vestidos con hilos de oro, pero Quetzalcóatl rechazo todas las propuestas y se fue a vivir a las orillas de Tollan, en un humilde acalla que el mismo construyo, al saber esto los gobernantes, quisieron ponerle una guardia en su puerta para que lo protegieran día y noche, pero el dios predicaba con la humildad y rechazo toda clase de lujos, alegando que lo que él les iba a enseñar se aprendía únicamente con la pureza del alma.
A partir de ese momento, Tollan creció y prosperó aún más, puesto que el dios les enseño a cultivar las semillas que encontró, además les enseño a trabajar el Chalchihuite y a pulir la obsidiana, les enseño a repujar el oro y a teñir el algodón, les enseño el arte de la astronomía y enriqueció su escritura, fomento el culto a los dioses solares y abolió los sacrificios humanos, en lugar de eso les enseño el auto sacrificio, punzándose las orejas, lengua y partes pudendas con espinas de maguey, creó una orden de doncellas que se dedicarían a la limpieza y mantenimiento de los templos. En fin, en el tiempo en el que el dios vivió entre los hombres, no hubo una ciudad más grande, limpia y sagrada que Tollan.
Pero Tezcatlipoca no estaba contento con el comportamiento de su hermano, ya que siempre se había interpuesto en sus planes de tratar a la humanidad como su zoológico privado, por eso, ideó un plan con el cual derrumbaría la imagen incorruptible de su hermano.
Llevaba Quetzalcóatl en Tollan 26 años y el pueblo lo quería porque les había enseñado muchas cosas.
Pero la calma se vio rota cuando Tezcatlipoca, disfrazado como un anciano, fue a ver al dios con el pretexto de llevarle un regalo que nunca el dios había visto en su vida, cuando fue llevado ante la presencia de Quetzalcóatl se arrodillo humildemente, - ¡señor de Tollan, amo del conocimiento!, permíteme ofrendarte este humilde regalo que yo mismo he elaborado y que espero que lo recibas gustoso para regocijo de mi alma- dijo cínico el dios disfrazado.
Pero la calma se vio rota cuando Tezcatlipoca, disfrazado como un anciano, fue a ver al dios con el pretexto de llevarle un regalo que nunca el dios había visto en su vida, cuando fue llevado ante la presencia de Quetzalcóatl se arrodillo humildemente, - ¡señor de Tollan, amo del conocimiento!, permíteme ofrendarte este humilde regalo que yo mismo he elaborado y que espero que lo recibas gustoso para regocijo de mi alma- dijo cínico el dios disfrazado.
-De pie buen hombre, y dime, ¿que es ese grandioso regalo que mis ojos no hayan visto?, y no te preocupes, por que sea lo que fuere, lo aceptare gustoso porque has venido desde muy lejos tan solo para ofrendármelo con el corazón.- contesto amablemente Quetzalcóatl.
-Señor- comenzó a decir el anciano,- en la tierra de dónde vengo, abunda una planta que crece entre las rocas, y de la que solo son aprovechadas sus espinas para hacer auto sacrificio, pero lo que nadie sabe es que esta planta, cuyo nombre es Mayahuel, ofrece un líquido que al paladar es exquisito, y que si se le adereza correctamente, esta se convierte en una bebida digna de un dios como tú, mi señor. Hasta ahora, nadie la ha probado, puesto que llevo mucho tiempo perfeccionándola para que tú seas el primero que la pruebe.- concluyo el anciano y acto seguido le acercó al dios un cántaro de barro conteniendo el pernicioso líquido.
Quetzalcóatl, que desconocía las pérfidas intenciones de su negro hermano, tomo el cántaro y bebió del blanco líquido, una vez que acabo pregunto maravillado:
-¿Como se llama esta maravillosa bebida que me has traído?, ¡nunca imagine que un ser humano fuera capaz de crear tal portento!-
-¿Como se llama esta maravillosa bebida que me has traído?, ¡nunca imagine que un ser humano fuera capaz de crear tal portento!-
-Octli(pulque), mi señor, y es todo para ti- respondió cínicamente el anciano. Viendo que el dios ya no contestaba y volvía a tomar del cántaro.
Esa noche, bajo los influjos del pulque, Quetzalcóatl canto y bailo como nunca en su vida, y por primera vez el deseo carnal invadió su ser, y tomo a Quetzalpetatl, una sacerdotisa de su culto, como su mujer. a la mañana siguiente, viendo que no solo había roto sus votos de castidad, sino que había hecho que las doncellas de su culto también lo hicieran, ya que aquello había degenerado en bacanal, se sintió inmundo y busco por todas partes al creador de la bebida que embota los sentidos y te hace perder el control, al no hallarlo tomo la resolución mas difícil de su vida.
-Hijos míos, he fallado en mi intento por guiarlos por el camino que yo considere correcto, y falle arrastrándolos a ustedes en la inmundicia que desde un principio iba destinada hacia mi persona, es por eso que ya no soy digno de dirigir Tollan y me iré para reflexionar sobre mis pecados.- dijo el dios con lágrimas en los ojos y con la voz quebrada por la emoción.
-Pero padre, tu no nos has fallado,- dijo el sacerdote principal- por el contrario, has hecho más bien que mal a esta ciudad y sin ti no seriamos lo que somos ahora, este error que cometiste no ha sido por tu culpa, es por eso que te rogamos que te quedes a guiarnos, por favor.- y al momento, toda la gente estallo en ovaciones a la serpiente emplumada.
Todos los ruegos fueron vanos, puesto que la decisión ya estaba tomada, un pequeño grupo de hombre lo escolto hacia el mar, al lugar llamado Xicalango, ahí el dios lloro amargamente y descargo su furia arrojando piedras contra un árbol, las cuales, debido a su fuerza divina quedaron incrustadas ahí. Después, construyo una barca con serpientes, y hecho a navegar con rumbo a donde se pone el sol, no sin antes prometerles a los toltecas que regresaría en un año Ce acatl para que los hombres se hicieran Dioses.
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